El origen del terremoto no está completamente claro, y existen varias versiones sobre cómo se le atribuyó este nombre. Cuentan las historias que Guillermo Valenzuela, dueño del restaurante El Hoyo de Valparaíso, había experimentado con diversas combinaciones en el pasado, como la unión de vino tinto con fresas y después vino con chirimoya. Sin embargo, la ocurrencia genuina parece haber surgido durante la visita de unos periodistas alemanes que llegaron a Santiago para informar sobre el devastador terremoto de 1985. Estos reporteros, al degustar el pipeño, manifestaron su descontento al sentir la bebida algo tibia. En su afán por refrescarla, solicitaron hielo, momento en el cual la genialidad atrevida de Valenzuela entró en escena.
En una chispa de audacia, decidió agregar a las copas helado de piña en lugar del convencional hielo. Los europeos quedaron perplejos ante esta innovación y su asombro alcanzó su punto culminante cuando, al levantarse de sus asientos un tanto aturdidos, exclamaron: «¡Esto sí que es un terremoto!».
Otra versión de la historia sugiere que el nombre se relaciona con la potencia del efecto que la bebida tiene en quienes la consumen. Debido a su sabor dulce y refrescante, es posible que el nombre "Terremoto" se haya adoptado para capturar la idea de que la bebida puede "sacudir" o afectar a quien la consume, de manera similar a un terremoto.
Aunque las historias sobre el origen del nombre difieren, lo que es claro es que el Terremoto se ha convertido en un símbolo icónico de las celebraciones chilenas y de la cultura festiva del país. Independientemente de su origen exacto, el Terremoto continúa siendo una parte integral de las festividades y las tradiciones en Chile.